Auxiliar de seguridad: la esclavitud en pleno siglo XXI

En estos tiempos de crisis, las personas que tenemos un trabajo somos privilegiados. O eso dicen. Ese "privilegio" del que tanto hablan, a mí, está a punto de causarme una depresión.

Siempre he sido una persona fuerte. Cualquiera que me conozca puede decirlo. Lucho con uñas y dientes por mí y mi futuro, porque no me conformo con tener un puesto de trabajo al que cualquiera puede aspirar.
Pero mientras lucho por mi futuro, sacándome la carrera año por año, sabiéndolo llevar junto a una jornada laboral de doce horas diarias, soy auxiliar de seguridad.

Es decir, soy una esclava.

Una esclava sin derecho a la dignidad personal, que está en un puesto doce horas en el que se nos exige estar de pie todas ellas; en la que no puedes refugiarte ni cuando llueve en la garita donde los vigilantes de noche se pasan toda su jornada sentados; en el que no tengo ni tiempo estipulado para comer, porque si estoy comiendo tengo que hacerlo de pie para "no descuidar el servicio"; en el que no puedo sentarme a tomar una taza de café a media tarde porque puede aparecer el encargado de turno y ya corre el rumor de que "estás todo el día sentada".

Un puesto en el que, ni pidiendo con antelación los días para mis exámenes de la Universidad, que me corresponden por ley, me los dan libres. Ni siquiera las horas que dura el examen.

Un puesto en el que estás a expensas de lo que el cliente quiera, en el que tienes que aguantar que se dirijan a ti como "el servicio" y que, si un día se les ocurre que deberías regar las plantas, tienes que hacerlo. Y si se les ocurre que tienes que estar en tres sitios a la vez, también.

Un puesto en el que dan igual los domingos, festivos, fin de año, Navidad, Reyes, puente o lo que sea. Trabajarás lo que la empresa requiera, sin importar tu vida personal. Y si acabas no teniéndola por culpa de tu trabajo, mejor.

Un  puesto en el que tus compañeros vigilantes te miran por encima del hombro. Y tu empresa no te respalda en nada.

Una categoría profesional que no está ni reconocida, ni lo estará nunca. Mientras aguantas órdenes de vigilantes que no tienen por qué dártelas. Pero lo hacen.

Y todo por 800 cochinos euros, que no dan ni para ahorrar.

Un bucle vicioso que acaba, cómo no, destrozando personas. Ansiedad, estrés, impotencia, desgana...

¿Cuándo va a terminarse esto? Si es esto lo que llaman "privilegio", yo prefiero ser una desgraciada.

3 comentarios:



Coral dijo...

Hoy en día, con los tiempos que corren, las empresas se "apovechan" de los demás, ¿que por qué? Con la crisis y el poco trabajo que hay la gente quiere buscar "métodos" para conseguir trabajo y dinero para poder subsistir y las empresas que aprovechan. Ellos supuestamente también son personas y tendrían que darse cuenta de que esos métodos de trabajos no son normales para ningún ser humano, pero total, a ellos le da igual.
Una pena que tu estes sufriendo ese trato por parte de la empresa y de tus compañeros, y seguro que hay mucha gente que está en las mismas condiciones pero que no pueden permitirse el lujo de dejar el trabajo porque ese dinero lo necesitan para sus familias.
Ánimo Gara, y piensa que en el futuro vendrán cosas mejores!

karmatrix dijo...

ánimo, gara, que ya te vendrá algo mejor. Hay muchos trabajos inhumanos. No puedes denunciar a la empresa de ninguna manera? ningún tipo de exigencia? O de buscar respaldo en algún tipo de sindicato? No sé, lo que sea con tal de joder a los que te hacen la vida imposible...

Keisha dijo...

Gracias por vuestros ánimos, chicas. Ya estoy tomando cartas en el asunto. Antes está mi salud.