Premoniciones, según J.K. Rowling

Ahora que he visto la penúltima parte de la saga de Harry Potter en el cine, me estoy leyendo de nuevo los libros para refrescarme la memoria de cara a la película final. 


Como es lógico, he empezado por la primera entrega, Harry Potter y la Piedra Filosofal, y me he quedado a cuadros esta mañana, porque mientras leía me he topado con esta conversación entre McGonagall y Albus Dumbledore:

- He venido a entregar a Harry a su tía y a su tío. Son la única familia que le queda ahora.

- ¿ Quiere decir...? ¡No puede referirse a la gente que vive aquí! - gritó la profesora, poniéndose de pie de un salto y señalando al número 4-. Dumbledore... no puede. Los he estado observando todo el día. No podría encontrar a gente más distina de nosotros. Y ese hijo que tienen... Lo ví dando patadas a su madre mientras subían por la escalera, pidiendo caramelos a gritos. ¡Harry Potter no puede vivir ahí!

- Es el mejor lugar para él - dijo Dumbledore con firmeza -. Sus tíos podrán explicárselo todo cuando sea mayor. Les escribí una carta.

- ¿Una carta? - repitió la profesora McGonagall, volviendo a sentarse -. Dymbledore, ¿de verdad cree que puede explicarlo todo en una carta? ¡Esa gente jamás comprenderá a Harry! ¡Será famoso... una leyenda... no me sorprendería que el día de hoy fuera conocido en el futuro como el día de Harry Potter! Escribirán libros sobre Harry... Todos los niños del mundo conocerán su nombre.


Gran escena del libro, que fue fielmente interpretada en el cine. Quizás pueda interpretarse este pasaje como un ataque de ego de la escritora, pero está claro que las frases van con doble sentido. No es sólo McGonagall la que habla en este texto, sino la propia J.K. Rowling. Y, como vemos, no iba muy desencaminada.
Me encanta cuando algo que a priori es ficticio se traslada a la realidad de esta manera.

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